Todos y cada uno de los seres humanos hemos venido al mundo rodeados de ciertas circunstancias favorables o desfavorables, sobre las cuales no se tiene posibilidad de elección, y en cierto modo ya predisponen un posible destino para la persona.
Por ejemplo: un individuo nacido en un entorno social alto, con un buen poder adquisitivo; para éste, se supone, debe resultar más fácil hacerse de una buena educación y rodearse de aquello que le proporcione una vida desarrollada, segura y cómoda. Otro, por el contrario, nace marcado por la pobreza y la escasez de recursos; para éste, se considera, su vida ha de ser más difícil. En este ámbito, podría creer en un destino predeterminado, pero visto desde el punto de la voluntad, el destino puede ser diferente.
Por lo que, en la historia existen personas, muchísimas por cierto, que han sabido hacer frente de forma positiva a las circunstancias adversas en las que han estado rodeados desde su nacimiento. Aquí se ve marcado el gran poder que posee la voluntad cuando se quiere cambiar un camino. De igual manera, muchas otras beneficiadas por un entorno conveniente desde su llegada a este mundo, han llevado una vida miserable y lamentable.
Si bien es cierto, los recursos materiales y el ambiente adecuado que la vida elije colocar a tu alrededor al momento de nacer, es muy beneficioso para ti en la realización de tus objetivos, pero es de mayor importancia las facultades individuales, las aptitudes y actitudes, ya que éstas pueden obrar a tu favor cuando se trate de vencer obstáculos que el destino trate de imponerte.
Dicho esto, puedo deducir que gran parte de la vida personal puede y debe ser cultivada por el individuo, aunque haya casos en que el esfuerzo deba multiplicarse por circunstancias desfavorables. Una persona que no tenga las condiciones propicias para tener un futuro digno, se ve obligada a adquirir impulsos de superación tan pronto como comienza a florecer su personalidad. Pero esto es casi imposible si no se tiene el deseo de querer, o sea, la llama de la voluntad.
La voluntad de la persona podrá romper cualquier circunstancia adversa que el destino haya colocado en su camino. Siempre el esfuerzo debe ser considerado como el arma más segura e indispensable para cambiar el curso del trayecto, unido a la convicción de que el primer paso para transformar un destino mediocre en uno superior es modificarse interiormente a sí mismo(a).
Cada uno posee la facultad de gobernarse a sí mismo(a), esto es lo que conocemos como libre albedrío. En cada ser humano existe la libertad para dirigir sus acciones hacia lo útil o hacia lo dañino. La personalidad es casi exclusivamente voluntad; voluntad para realizar los esfuerzos necesarios, voluntad para dominarse interiormente, voluntad para imponerse positivamente ante la adversidad.
Toda persona, por escasas que sean sus aptitudes naturales, o adversas las condiciones que pudieron rodearla al nacer, puede imponerse a ello. La personalidad se desarrolla más y mejor en aquellos individuos acostumbrados a luchar.
Aunque ya he mencionado anteriormente que el futuro debe ser construido por cada persona, debo insistir una vez más en ello. Es indiscutible que el ambiente en que se nace y crece nos hace conducirnos de una u otra manera, pero se debe evitar con esfuerzo de voluntad, que dicho ambiente, si no es el deseado, se convierta en motivo de lamentaciones y olvido de las fuerzas interiores. Es decir, debemos imponernos sobre nuestras condiciones, y sobre todo, no achacarle a ellas la culpa de nuestra propia inacción.
Asimismo, los obstáculos que se puedan presentar en tu camino hacia el objetivo propuesto deben ser evaluados con cuidado, estudiarlos, combatirlos, aprender de ellos y eliminarlos. Antes de batallar con un obstáculo, convéncete íntimamente de que quieres vencer y que vas a vencer, sin importar la magnitud del mismo, pero siempre dentro de las lineas morales que deben regir a la persona de bien.
También, las fuerzas deben ser dirigidas a un problema u obstáculo en particular, y no dispersarlas en varios a la vez. Una vez vencido el primer problema, te dedicarás al siguiente, y así sucesivamente, pero no a una totalidad de problemas simultáneamente.
Finalmente, cada dificultad debe ser superada en su momento, es de vital importancia en tu camino hacerlo. Además, vencer una dificultad potencia tu voluntad, y toda victoria por pequeña que sea, aumenta la seguridad en ti mismo(a). La superación de adversidades por la vida permite que cada vez que surjan otras, se produzcan menos trastornos a tu ser interior, así el vencimiento sobre ellas propiciará cada vez más y mejor una voluntad más fuerte.
Si bien es cierto, los recursos materiales y el ambiente adecuado que la vida elije colocar a tu alrededor al momento de nacer, es muy beneficioso para ti en la realización de tus objetivos, pero es de mayor importancia las facultades individuales, las aptitudes y actitudes, ya que éstas pueden obrar a tu favor cuando se trate de vencer obstáculos que el destino trate de imponerte.
Dicho esto, puedo deducir que gran parte de la vida personal puede y debe ser cultivada por el individuo, aunque haya casos en que el esfuerzo deba multiplicarse por circunstancias desfavorables. Una persona que no tenga las condiciones propicias para tener un futuro digno, se ve obligada a adquirir impulsos de superación tan pronto como comienza a florecer su personalidad. Pero esto es casi imposible si no se tiene el deseo de querer, o sea, la llama de la voluntad.
La voluntad de la persona podrá romper cualquier circunstancia adversa que el destino haya colocado en su camino. Siempre el esfuerzo debe ser considerado como el arma más segura e indispensable para cambiar el curso del trayecto, unido a la convicción de que el primer paso para transformar un destino mediocre en uno superior es modificarse interiormente a sí mismo(a).
Cada uno posee la facultad de gobernarse a sí mismo(a), esto es lo que conocemos como libre albedrío. En cada ser humano existe la libertad para dirigir sus acciones hacia lo útil o hacia lo dañino. La personalidad es casi exclusivamente voluntad; voluntad para realizar los esfuerzos necesarios, voluntad para dominarse interiormente, voluntad para imponerse positivamente ante la adversidad.
Toda persona, por escasas que sean sus aptitudes naturales, o adversas las condiciones que pudieron rodearla al nacer, puede imponerse a ello. La personalidad se desarrolla más y mejor en aquellos individuos acostumbrados a luchar.
Aunque ya he mencionado anteriormente que el futuro debe ser construido por cada persona, debo insistir una vez más en ello. Es indiscutible que el ambiente en que se nace y crece nos hace conducirnos de una u otra manera, pero se debe evitar con esfuerzo de voluntad, que dicho ambiente, si no es el deseado, se convierta en motivo de lamentaciones y olvido de las fuerzas interiores. Es decir, debemos imponernos sobre nuestras condiciones, y sobre todo, no achacarle a ellas la culpa de nuestra propia inacción.
Asimismo, los obstáculos que se puedan presentar en tu camino hacia el objetivo propuesto deben ser evaluados con cuidado, estudiarlos, combatirlos, aprender de ellos y eliminarlos. Antes de batallar con un obstáculo, convéncete íntimamente de que quieres vencer y que vas a vencer, sin importar la magnitud del mismo, pero siempre dentro de las lineas morales que deben regir a la persona de bien.
También, las fuerzas deben ser dirigidas a un problema u obstáculo en particular, y no dispersarlas en varios a la vez. Una vez vencido el primer problema, te dedicarás al siguiente, y así sucesivamente, pero no a una totalidad de problemas simultáneamente.
Finalmente, cada dificultad debe ser superada en su momento, es de vital importancia en tu camino hacerlo. Además, vencer una dificultad potencia tu voluntad, y toda victoria por pequeña que sea, aumenta la seguridad en ti mismo(a). La superación de adversidades por la vida permite que cada vez que surjan otras, se produzcan menos trastornos a tu ser interior, así el vencimiento sobre ellas propiciará cada vez más y mejor una voluntad más fuerte.
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