Habrá momentos en tu vida, en los que es aconsejable apretar el acelerador. Habrá otros, en los cuales debes frenar en seco y bajarte. Esto solo lo pueden identificar las personas sabias y preparadas mentalmente.
Existen ocasiones, en las cuales hay que seguir adelante y luchar contra todo, pero existen otras, en las cuales debes detenerte, e incluso a veces, darnos por vencido(a) y aceptar la derrota. Identificar y aplicar ésto a nuestro diario vivir, va a depender de la capacidad mental del individuo inmerso en dichas situaciones.
Sin embargo, no estoy queriendo quitarle importancia a la perseverancia y a la persistencia, jamás lo haría, sino que debes ser inteligente para saber cuando seguir y cuando detenerte, en cualquier situación en la que te encuentres. Esta capacidad es de personas brillantes y sanas emocionalmente.
Del mismo modo, si estás en una situación, lugar o lo que sea, que no te obsequie alegrías, que no te proporcione júbilo y pasión, que afecte tu dignidad y tus principios, que solo otorgue tristezas y amarguras a tu vida, que no sea para tu bienestar, debes identificarla lo antes posible y hacer un “stop”, antes que continúe causándote daños emocionales. También, puedes intentar cambiarla, pero en caso de que no puedas cambiar dicha situación para bien, entonces bájate de ése autobús y déjalo marchar.
De lo contrario, si te encuentras en una situación, lugar o lo que sea, que permite llenarte de alegrías, sonrisas, felicidad, paz, bienestar, libertad, tranquilidad, entre otras cosas que te ayudan a ser mejor y que te permite disfrutar tu vida con júbilo, entonces es momento de pulsar el acelerador hasta el fondo y dejar fluir tu vida, disfrutando hasta más no poder.
Igualmente, debes tener el coraje y la sabiduría para identificar a tiempo estas dos situaciones, ya que si logras hacerlo, te permitirá salir de lugares en donde no te hace bien estar, ni te dejan avanzar en tu crecimiento como persona y que no te dejen vivir a plenitud. Y podrás ser capaz de disfrutar los momentos y las relaciones con mayor sapiencia, ya que tendrás la capacidad para saber si es o no lo mejor para ti.
Por consiguiente, te proporcionará la clave para aprovechar al máximo las ocasiones en donde existen las cosas positivas y que te hacen feliz. Al final, una vez comprendido y aprendido la diferencia entre éstos dos ámbitos, podrás obtener la perspectiva para escoger y elegir qué hacer en cada momento de tu vida, teniendo como objetivo principal, velar por tu propio bienestar y felicidad, y rechazando todo aquello que no te haga sentir bien y que te amargue la vida, dando riendas sueltas a cada cosa que sí te plazca hacer y que te llene de alegrías.
En fin, recuerda siempre, que tienes el poder para elegir ser feliz y no dejar que ninguna situación o persona te amargue tu corta existencia. ¡Vamos, te mereces estar y ser lo mayor feliz posible! Cualquiera que sea donde estés o con quien estés, si no te hace feliz y pleno(a), detente y no continúes en ello, márchate. Pero si resulta ser lo contrario, oprime el acelerador y vive al máximo, disfrutando los momentos maravillosos que trae tu vida.
Detente y piensa sobre tu vida, en todas las actividades y acciones que realizas a diario. Si lo que haces constantemente, te proporciona felicidad, gozo, alegría, esperanza, júbilo y satisfacción personal, en fin, emociones positivas, entonces vas por el camino correcto hacia una vida placentera. En cambio, si lo que haces constantemente te brinda todo lo contrario, emociones negativas, es momento de dar inicio a un nuevo patrón de vida y desarrollo personal. La vida es tan efímera, tan fugaz, tan corta y tan veloz, que malgastarla en disgustos y tristezas, es ridículo y poco inteligente.
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